Por Jesús Ramos
De los tres poderes del Estado, es el Legislativo de Puebla el que no reconoce en la personalidad de Laura Artemisa el liderazgo que debería representar a los diputados en su conjunto.
Eso es grave, aunque pase desapercibido, por las afectaciones que implica en el desempeño parlamentario de los 41 diputados, también por no ser capaz ella de tejer políticamente asuntos agudos de autonomía e independencia que le competen.
Echemos un vistazo a los otros dos poderes. Alejandro Armenta es la cabeza del Ejecutivo, su autoridad y liderazgo son indiscutibles, se le ama y se le odia según el cristal con que se le mire.
María Belinda Aguilar representa al Poder Judicial, jueces y magistrados entendido tienen que ella lleva la partitura y obedecen la orientación sutil o brusca de su batuta, firmaron un oculto tratado de paz que mantiene tranquilas las aguas.
Con Artemisa la cosa cambia, desde Gobernación operan el sentido de las votaciones de las iniciativas que Laura no puede operar por sus graves diferencias con Grace Palomares, Nay Salvatori, Roberto Zataraín, José Luis Figueroa y Pavel Gaspar sólo por referir algunos.
Asegurar que los enfados de ese grupo de legisladores hacia Laura son insuperables no sería del todo cierto, porque en política la llave de las diferencias es el diálogo, mismo que no ha sido sugerido por quién tendría que iniciarlo.
Sean peras o manzanas, el Poder Legislativo poblano se encuentra fracturado desde el punto neurálgico donde no tendría que estarlo, Morena y PT, algo que vuelve inoperante a la señora Artemisa en sus quehaceres. @noticiasreportero