Por: Jesús Ramos
Con lo ocurrido en Coyomeapan, Barbosa se está mirando en el espejo que se miraron Marín con Lydia Cacho y Moreno Valle con Chalchihuapan. Igual que él, sus pares menospreciaron la potencia de sus respectivos escándalos creyendo que con ocultar la verdad en Puebla solucionaban todo.
La historia es la misma, sólo se está repitiendo, lo que cambia es el gobernador y la víctima, la víctima de esta vez es el niño Omar Herrera de 15 años, asesinado en una emboscada por la Policía Estatal junto con dos indígenas más, y el gobernante en turno se llama Miguel Barbosa.
La prensa a sueldo de aquellas dos veces, como la de esta ocasión, tergiversó la realidad, se limitó a la versión oficial y ocultó la importancia de los hechos, mismo patrón de comportamiento, sin embargo, cuando el incendio se intensificó en lo nacional e internacional no tuvieron más remedio que remitirse a la verdad.
Por la diputada federal de Morena Inés Parra, se sabe que los indígenas y campesinos atacados regresaban de una reunión informativa realizada en Ixtaxochitla comunidad perteneciente al municipio de Zoquitlán. No portaban armas, contrario a lo que aseguró el secretario de Seguridad Pública Daniel Cruz Luna.
La Policía Estatal iba preparada para atacar con un convoy de patrullas y uniformados, incluso llevaban ambulancia, refiere la legisladora y la activista Claudia Hernández. La agresión fue directa y a quemarropa, a sangre fría, asesinaron a tres e hirieron de gravedad a los profesores Lauro Gil y Antonio Solís, además de otros siete campesinos.
Tiene sentido la versión de Inés Parra, ningún elemento policiaco resultó con un rasguño, los muertos y heridos los puso el pueblo, si hubieran ido armados los indígenas habrían registrado bajas o lesionados la Policía Estatal, pero el saldo trágico fue solo de la población civil.
La semana pasada Barbosa fue engañado con su estatua de Zinacatepec, ignoraba su existencia, sólo hasta que se tornó escándalo nacional sus primos hermanos le confesaron que estaba en la plaza pública de su pueblo y ellos la habían mandado a hacer. Lo mismo parece ocurrir esta vez, el titular de Seguridad Pública Daniel Cruz lo estaría engañando con una versión a modo para él y el gobierno del estado.
El reporte que entregue la Guardia Nacional a la Secretaría de Seguridad Pública de Rosa Icela Rodríguez será fundamental para conocer la verdad, lo mismo que la ficha de la delegación federal de Gobernación asentada en Puebla para Adán Augusto, sumadas las anteriores a las indagatorias que realicen los visitadores de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en Coyomeapan tendremos mayor luz.
Fuentes de buen nivel del gobierno barbosista nos confían que las primeras indagatorias, recogidas en el lugar de la masacre, consignan la localización de casquillos percutidos únicamente de las armas de la Policía Estatal, de ninguna otra arma.
Cuando López Obrador visite Puebla el 14 de mayo, irónicamente para anunciar apoyos al sector agrícola poblano, vendrá con conclusiones reales sobre la masacre en Coyomeapan perpetrada contra los campesinos indígenas, mismas que podrían ser muy distintas a la versión oficial del gobernador Barbosa y al reporte de su secretario de Seguridad.
Por resistirse a colaborar con la verdad sobre el Watergate, Nixon enfrentó una crisis de la que no pudo salir, fue destituido de la presidencia de los Estados Unidos, me parece que el gobernador tendrá que hablar con la verdad para que no le ocurra lo mismo y en esa corrección cesará a Daniel Cruz Luna y a otros jefes policiacos involucrados, y quizá a la propia secretaria de Gobernación Ana Lucía Hill por la ingobernabilidad extendida en Coyomeapan.
Le asiste la razón a Inés Parra, la 4T se ha manchado de sangre lo mismo que el mandatario poblano, se mancharon con la sangre de un niño de 15 años y dos indígenas, aunque el número de víctimas podría incrementarse. @DiarioReporter