Por Raúl Hermosillo C.
Con lo de la revocación de mandato, una vez más, el presidente nos quiere ver la cara a todos. Quiere echarnos a pelear entre mexicanos. Quiere seguir polarizando a la sociedad entre “buenos”, que lo apoyan, y “malos”, que están en su contra. Todo con el objetivo de mantenernos divididos, rumbo al 2024, haciéndonos creer que los “malos” han sido los culpables del fracaso de su gobierno.
Porque, seamos honestos: estos tres primeros años han sido desastrosos para la 4T. Y todo parece indicar que la segunda mitad será mucho peor. Y eso tiene al presidente en alerta máxima, porque lo más seguro es que, sin el Peje en la boleta, pierdan la elección del 2024. Lo que sería el fin no solo de la 4T, de Morena y de la farsa épica del mesías tropical, sino, sobre todo, de la tranquilidad de Obrador como expresidente y de su círculo cercano.
Por eso necesita oxígeno de donde y al costo que sea, para ayudar a su candidata a llegar mejor parada. Y para ello necesita estar en campaña permanente. Un gobierno sin resultados solo se puede mantener del discurso demagógico y la polarización. Y eso exige estar en campaña electoral permanente. Por eso su insistencia en manipular la revocación de mandato para convertirla en “ratificación”. Por eso su insistencia en desvirtuar el espíritu revocatorio de este ejercicio de consulta, con una pregunta a modo. Por eso su obsesión de que se realice este referéndum a como dé lugar.
Se supone que una consulta de revocación la pide el pueblo, no el que gobierna. Pero en este caso el que quiere que se haga la consulta es él. ¿Por qué? Si se supone que el 60% aprueba su gestión. Ah, pues para aparecer en la boleta. Para estar en el centro del debate y marcar la agenda, y así poder distraernos del desastre que su gobierno ha ocasionado.
Por eso va a hacer todo lo que tenga que hacer para juntar las cerca de 3 millones de firmas que exige la ley para poder realizar la consulta. Y cuando le cuestionen que los que firmaron fueron los militantes de Morena, dirá que su partido quiere demostrarle a sus adversarios que el pueblo “exige” que continúe hasta el final de su mandato. Así que no importa cómo ni a qué precio, el objetivo es que se haga la consulta en marzo del próximo año y aprovechar la situación para darle un nuevo impulso a su discurso beligerante y demagógico.
Tampoco le importa que todo esto vaya a ser impugnado ante la Suprema Corte de Justicia. No hay que olvidar que la gente que votó por Obrador lo eligió para un periodo de 6 años. Sería inconstitucional que, por una ley aprobada durante esta administración, terminara anticipadamente su mandato. La ley no se puede aplicar de manera retroactiva. Y, por supuesto, tampoco le importa gastar 4 mil millones de pesos en una consulta para ratificarlo, cuando no hay ni para medicinas. Todo para seguir en campaña, distrayéndonos del desastre de gobierno que estamos viviendo.
Por eso, tiene que quedarnos muy claro que si nos enganchamos en esta nueva pelea lo único que va a pasar es que le vamos a hacer el caldo gordo al Peje. Nadie en su sano juicio preferiría que López Obrador acabe su mandato anticipadamente y que sea el Congreso el termine eligiendo a un sustituto. Si el pueblo pone y el pueblo quita, sería una aberración que el Congreso terminara definiendo al presidente. Si la reforma que impuso Obrador realmente fuera democrática, se hubiera establecido, como en otros países, que al momento de revocar el mandato la gente también elige al sustituto.
Creo que quienes criticamos la ineptitud de este gobierno, valoramos más la estabilidad política, que el caos y la crisis institucional que se generaría si tuviera que irse anticipadamente y tener de presidente de la república a algún advenedizo de Morena, más bolivariano que el propio Peje. No hay que olvidar que toda esta fantasía de la 4T y de Morena la sostiene un solo hombre, una sola persona. Si la sacas de la ecuación, se cae todo. Nadie en la 4T ni en Morena tiene la capacidad de mantener ese mazacote unido, mas que el Peje.
Por eso, yo creo que la mejor forma de no caer en esta nueva farsa es ignorándola. Dejemos que hagan su teatro y que el gobierno siga como hasta ahora, cometiendo errores. Dejemos que sigan en caída libre, error tras error, pifia tras pifia, para que, cuando llegue la época de votar, la gran mayoría opte por vacunar al país contra toda forma de gobierno populista, para siempre.
Esta pesadilla acabará cuando salga de la escena el Peje y se acabe el discurso populista. Ya falta menos. Mientras tanto, hagamos consciencia del desastre que nos están dejando y no caigamos en su juego. La revocación de mandato y cualquier mecanismo de democracia directa solo puede ser un ejercicio legítimamente democrático cuando está al servicio de los ciudadanos, no cuando se le manipula para ponerlo al servicio del poder. No cuando se manipula para cumplir con la obsesión de poder de un solo hombre.