Por Jesús Ramos
Son los agravios de Lalo y Augusta en la elección pasada tanto a consejeros como militantes los que suspenden la moneda en el aire del triunfo o derrota de los dos grupos que se baten por la dirigencia estatal del PAN.
El lalismo opera con recursos financieros, materiales y políticos para conservar el partido, entendidos que en sesión del consejo tienen mayores ventajas para arrodillar a sus opositores.
No habría que estar tan seguro de ello, memoricemos, para que Lalo Rivera contara con el respaldo del PRI y PRD en la elección de gobernador pasada debió ofrendar en sacrificio a muchos de los consejeros que ahora decidirán el futuro del partido.
Sus puestos de competencia natural en presidencias municipales, regidurías y diputaciones Lalo y Augusta los dieron a priistas y perredistas frustrando sus legítimas aspiraciones.
Ellos mismos comprenden que Morena habría arrasado de cualquier manera, pero no de la forma como lo hizo si Augusta y Lalo hubiesen ido a la contienda con candidatos propios.
Los deseos de venganza están latentes entre los consejeros estatales, el cobro de esos agravios políticos que les impidieron ser abanderados en la justa electoral pasada después de tanto trabajar sus demarcaciones electorales.
Tan seguros de que la oposición será derrotada a través del consejo estatal por ser el método de mayor conveniencia para Augusta, Yunque y Lalo, habría que guardar las reservas del caso por las facturas políticas pendientes de cobro. @DiarioReporter