Por Jesús Ramos
Hace un año se hizo alcalde de Puebla Eduardo Rivera, de entonces a la fecha, los achaques de la ciudad se agravaron. Le duele la inseguridad, el olvido de las juntas auxiliares, los baches y el abuso recaudatorio del ayuntamiento.
Se supone que este señor le curaría. Dijo saber qué hacer y cómo hacerle para restablecer su deteriorada salud. Nos traicionó, nos defraudó, es un charlatán. Puebla está en el área de cuidados intensivos en materia de delitos y criminalidad.
Luce demacrada, sin lo sonrosado de sus mejillas de antes, pálida, triste, ausente de alegrías. Respira porque Dios es grande y porque su vigor se nutre de la historia que posee.
Los asesinatos, secuestros, feminicidios, desapariciones y asaltos están peor que antes. Perdimos la ciudad tranquila, saludable y pacífica que era. Todo en seguridad le duele.
En su informe de ayer, en vez de escuchar al presidente municipal curador que dijo ser en el 2021, le oímos repetir las mismas promesas de hace un año, como si anduviera en campaña, como si tuviéramos memoria de teflón.
Mejoraré la policía, cuidaré a las mujeres, haré más obra pública, llevaré servicios médicos a los hogares necesitados, sincronizaré los semáforos, bla, bla, bla.
Si nada de eso hizo en el primer tercio de su mandato nada garantiza que lo hará en los dos que le restan. Lalo es el típico político que habla mucho pero que hace poco, de mucho ruido y pocas nueces.
De su mandato pasado no se recuerda nada bueno porque se enfocó en lo mismo de hoy. Aumentó impuestos, esquiló automovilistas valiéndose de infracciones, remató vehículos de los corralones municipales, diseñó medidas recaudatorias innovadoras y solicitó préstamos bancarios.
Puebla tiene problemas graves de salud en las juntas auxiliares y colonias populares, sus padecimientos son la falta de obra social y servicios básicos como la luz y el agua.
Las familias ahí están a merced de ladrones y criminales. Viven con el Jesús en la boca y encomendándose a Dios Padre para que no les pase nada entendidas que todo les puede pasar, incluso perder la vida o a uno de los suyos.
La policía que se tiene no es la idónea ni en preparación, ni en equipamiento, ni en tecnología ni en número de efectivos. Y para acabarla de amolar, el alcalde destina a seguridad tan solo 1 mil millones de los 5 mil 384 millones de pesos del presupuesto municipal.
El concepto contable de Servicios Personales demuestra que acaparó para sí 2 mil millones de pesos, invirtió en seguridad 1 mil millones apenas y 600 millones los destinó a obra pública del municipio.
La inseguridad tiene a Puebla en jaque, sometida y ahorcada, con la rodilla en el cuello, pero eso a Eduardo Rivera no le interesa realmente, su preocupación está en el 2024 como lo dio a entender en su informe de gobierno municipal: “Dios y el tiempo abrirán el camino…”.
Veremos para entonces si el Creador le escuchó. O lo obsequió al vecino del tridente. @DiarioReporter