Por: Jesús Ramos
Callar, desentenderse del atentado, no fijar una postura oficial oportuna sobre la balacera ocurrida en el punto de vacunación anti Covid de la ciudad que gobierna tiene un significado bárbaro de fracaso en materia de seguridad.
La opción de esconderse todo el martes de Eduardo Rivera Pérez fue un error. En crisis, como esa, la autoridad debe hacerse presente y darle confianza a la población, ser solidaria, brindar auxilio, apoyo en la necesidad, en vez de eso, metió la cabeza en un agujero. Y ahí la tuvo tres jornadas laborales.
En un arrojo de valor hubiese mostrado el músculo de su secretaría de Seguridad Pública desplegando decenas de elementos en un operativo sabueso y apantallador que buscara rabiosamente cuadra por cuadra a los agresores.
Si los encontraba o no era tema aparte, lo importante debió haber sido la actitud perruna, babeante y hasta cínica que disfrazara su inoperancia e ineptitud en el combate de delincuentes.
Debió mostrarse intratable, frontal con los criminales, decidido a acabar con ellos. La gente se lo habría admirado. Pero se ocultó. Se hizo invisible. Como si nada hubiese ocurrido en la ciudad de la que es alcalde del PAN.
Un día después le dio importancia al atentado.
Siete tendencias nacionales con miles de tuits escalaron y permanecieron todo el martes y el miércoles en redes sociales: #balacera, #vacunación, #ataque, #centrodesalud, #COVID19, #Puebla y #Barbosa. Todos los testeos mostrando al mundo una ciudad ingobernable, anárquica, delincuencial.
Es el fracaso de su estrategia de seguridad (si la tuviera) visualizada en el alza desmedida de asesinatos, levantados, secuestrados, feminicidios, robos con violencia, distribución de droga y toda clase de delitos.
Para justificarlo la prensa cortesana argumentó el ataque directo de Raúl Nicolás alias El Cholo contra Fernando “N” alias La Zorra como si eso le eximiera de responsabilidad. Ese fue el hecho, pero no lo trascendente, lo delicado del asunto radica en que a los criminales de la ciudad de Puebla dejó de importarles llevarse entre las patas niños, mujeres y civiles si de eliminar competencias se trata.
Se equivoca quien piense que al callar Eduardo Rivera no dijo nada. El silencio dice más que mil palabras, ilumina una máxima popular. Y su actitud denota incompetencia en la principal demanda del poblano: la seguridad.
O se apanicó. O lo apanicaron. Lo que haya sido fue una equivocación. Si ya se dio por derrotado o si carece de una estrategia eficaz contra los delincuentes, que me parece no tiene, entonces, estamos jodidos.
Por declaraciones de testigos se supo que elementos de la Policía Municipal, de María del Consuelo Cruz Galindo, en vez de enfrentar a los agresores corrieron despavoridos a esconderse. Ayer Lalo Rivera rechazó tal versión, lamentablemente fue demasiado tarde.
Legisladores locales del PAN y PRI razonaron que la balacera en el centro de vacunación fue consecuencia del recorte presupuestal a la seguridad de los municipios. El más patético, Néstor Camarillo, su actitud fue tan laxa que evitó criticar por su nombre y demandar resultados al mandatario Miguel Barbosa y al alcalde Rivera Pérez, responsables del estado y la ciudad en temas de seguridad y paz. @DiarioReporter