Por Jesús Ramos
Ellos lo saben, la probabilidad de que Alejandro Moreno caiga del PRI es altísima. Incluso condicionante para la alianza con el PAN y PRD. Y si eso ocurre, se derrumbarían como fichas de dominó los liderazgos que Alito puso en los comités estatales.
Anote a Néstor Camarillo en ese derrumbe. Pero no se olvide de Estefan Chidiac, Isabel Merlo ni de Javier Casique porque sería el grupo que perdería la marca y los bonos con los que cotizan en Casa Aguayo.
¿Si ellos pierden quiénes ganan? Preguntamos a priistas connotados de Puebla. En lo nacional recuperaría el PRI el grupo Atlacomulco para poner en la dirigencia a Enrique de la Madrid, Manlio Fabio Beltrones, Miguel Ángel Osorio Chong o algún otro as bajo la manga.
El primero es el de las probabilidades mayores. Y Osorio el último.
En un escenario de limpieza total, nos explican, para restaurar al partido en Puebla necesitarían priistas emblema como Germán Sierra, Jesús Morales Flores o Melquiades Morales Flores.
Tendría que ser un gallón, una vaca sagrada con oficio, tablas, sensibilidad, experiencia y mañoso como la fregada. Cualquiera de los arriba citados se carga ese collar de perlas.
Ya sin el tufo de Alito, el PRI cumpliría con el requisito que necesita la Alianza Va por México para enfrentarse a Morena y sus aliados en la elección presidencial del 2024.
Impensable que ese proyecto camine con un liderazgo tan desprestigiado y disminuido, tan vulnerable si pretenden derrotar a López Obrador y los suyos en las urnas, Alejandro Moreno es la piñata perfecta de la oposición para atizarle de palos en campaña abierta.
Alito es la peor pesadilla que pudo tener el priismo nacional. Desde que asumió el liderazgo ha perdido diez gubernaturas en los tres procesos electorales más recientes y apenas conserva el Estado de México, Coahuila y Durango. Su corte de caja es fatal.
Y en las mismas anda Néstor Camarillo en Puebla con 27 alcaldías perdidas en la elección del año pasado, la fuga de priistas simbólicos como Germán Sierra y otros que prefirieron alejarse para no ser comparsa del partido mercenario y entreguista diseñado por Camarillo, Estefan y Casique para satisfacer sus intereses particulares.
La rebelión de priistas en varios estados del país para que renuncie Alito está en marcha y la presión de los expresidentes del partido no cesará, como tampoco frenarán la embestida que desde la Presidencia de la República vía Layda Sansores enderezaron contra él.
Las declaraciones de Néstor Camarillo defendiendo a su dirigente nacional son intrascendentes, ridículas, incluso infantiles. Su voz carece de peso político, autoridad, importancia y sentido común. Él como Alito tienen los días contados en el PRI. Y la marca comercializada por Estefan y Casique se les escapa como agua entre los dedos. @DiarioReporter