Por: Jesús Ramos
Solo expresarlo se oye mal. Pero eso es lo que nos muestra el PAN, que los ayuntamientos y gubernaturas les significan botines políticos. El ganador se queda con lo ganado y reparte el botín de guerra entre aquellos que participan en la épica sangrienta.
La sangre aun fresca le salpica el rosto a Lalo Rivera, mientras Genoveva se frustra por sacar lo que está dentro del cofre ante la mirada furiosa del alcalde electo.
Genoveva y Eduardo están enfrascados en la repartición. Esto es para mí y esto para ti. Ambos defienden como perros rabiosos sus intereses que no son otra cosa que las posiciones en el ayuntamiento de Puebla.
Y al hacerlo vuelven a mostrarnos que sus diferencias son profundas, tanto, que no les inhibe que lo sepa el mundo entero, cuando sus intimidades como sus pleitos tendrían que quedarse en la alcoba que comparten juntos dentro del PAN.
Por lo que pelean, se sabía de su existencia, pero jamás se ventilaba hacia afuera de los partidos. Es el lodo que les ensucia a las dirigencias partidistas siendo invisible para la sociedad.
La razón resulta simple. Las ideologías, los principios y los estatutos son las banderas que ondean los partidos, todos en su publicidad, para demostrarnos sus falsos sacrificios en favor de las causas más nobles de la humanidad.
Exhibir sus mezquindades a la Puebla conservadora no les importa ya. Nos lo muestran sin rubor ni vergüenza. Lalo quiere agandallarse el botín y Genoveva no se deja, lo estamos viendo.
La escena dantesca no estaría completa sin el metiche, aquel que pretende pacificar pero que es resultante de la peor parte. Néstor Camarillo terminó con la cola entre las patas cuando Jesús Giles le restregó en la cara ese poquito de votos que su partido le dio a la Alianza Va por Puebla y que le niega el derecho de meterse en lo que no le importa.
Veinticinco por ciento del botín es lo firmado en un papel. Y por el tono elevado de las hostilidades, no se duda que la firma de Lalo Rivera sea exhibida para abonarle a su fama de mala paga.
Si el acuerdo hubiese sido cubierto con palabra de caballero, el botín de guerra seguiría oculto en la clandestinidad. Estamos entendidos pues que Genoveva no es mujer que se deje ni Lalo Rivera hombre que cumpla.