Por Carlos Clemente
Resulta sospechosa -por decir lo menos- la forma en que un grupo de damnificados inconformes logró burlar los cinturones de seguridad en torno al presidente Andrés Manuel López Obrador, el domingo pasado en Huauchinango.
Los quejosos que irrumpieron la reunión justo cuando el Ejecutivo federal hacía uso del micrófono, lograron evadir dos cercos de seguridad que formaron la Guardia Nacional y la Policía Estatal, en torno al recinto.
Algo realmente impensable para más de cien manifestantes que portaban cartulinas y mantas y gritaban desesperados que querían hablar con el presidente.
¿Cómo fue eso posible?
Acaso existía un especial interés por evidenciar la deficiente conducción y operación de las delegaciones federales y los programas que tanto presume el gobierno de la “cuatroté”.
Desde el gobierno estatal se han hecho señalamientos directos hacia el deficiente desempeño de representantes federales de la Profeco y la Comisión Nacional del Agua, por citar dos ejemplos.
Las inconformidades de los damnificados no era un secreto, semanas atrás realizaron manifestaciones en Venustiano Carranza, Teziutlán, Fracisco Z. Mena y Jalpan, de las cuales dimos detalles a través del reportaje “Damnificados en el desamparo. Los abandonaron a su suerte”, publicado el 22 de septiembre pasado.
Grupos de ciudadanos de diferentes municipios denunciaron favoritismo, corrupción y clientelismo de quienes operan los apoyos gubernamentales y desde entonces señalaron directamente a la delegada regional de Bienestar, Lizette Aguirre. Ante ello, nadie movió un dedo.
Está claro que el “portazo” al presidente se pudo haber evitado, sin embargo, nada se hizo para atender las inconformidades de los verdaderos damnificados que fueron excluidos de los padrones de beneficiarios.
El resultado fue un domingo negro para el presidente que, hay que decirlo, no le gusta que lo cuestionen o lo increpen. Los videos de su atropellada salida del recinto, entre gritos y empujones, se viralizaron inmediatamente y en minutos todo el país estaba enterado del incidente de Puebla.
Lo que vivió el presidente en Huauchinango se ha vuelto cada vez más recurrente. El mismo domingo en Tlaxcala lo recibió una manifestación de trabajadores del COBAT, sólo que esta vez no pudieron acercarse siquiera al mandatario.
Veremos si la superdelegada Vida Inés Vargas Cuanalo y sus delegados aprendieron la lección y se ponen las pilas. O será que el gobierno que de la Cuarta Transformación se ha vuelto ciego ante una realidad que lo está rebasando.
¡Bienvenido a Puebla, señor presidente! @DiarioReporter