Por Carlos Clemente
Ahora que el gobernador Barbosa ha mandado a sus “corcholatas” hacer públicas sus aspiraciones de buscar la candidatura de Morena al gobierno del estado, a dos años de la elección, es claro su juego rumbo al 2024.
El gobernador pretende afanosamente que sus “enanos crezcan” para hacer creer a quien realmente va a tomar la gran decisión, al “dedo” que va a ungir al próximo(a) candidato(a) a gobernador(a), que realmente él tiene “corcholatas” fuertes con qué responder por Puebla.
Conocedor de cómo funciona el sistema, el gobernador sabe en el fondo que apenas podrá colocar a unos cuantos incondicionales como candidatos a diputados federales, diputados locales y presidentes municipales.
Las senadurías y la gubernatura, se definirán en otra mesa. No en la de él.
En realidad, Barbosa sólo quiere blindarse, protegerse, una vez que deje la investidura.
Por ello buscará influir por todos los medios en cada candidatura que esté en disputa, en Morena y en otros partidos, por qué no.
Dar el banderazo, ordenar a sus incondicionales que se destapen cuando falta una tercera parte de su gobierno, mete a su administración en una dinámica que podría complicarle el cierre de su gobierno.
Hasta ahora -porque se acumularán más en los próximos días-, sus “corcholatas” Céspedes –aunque sea del Legislativo-, Biestro, Liz Sánchez y Melitón, son parte de un gobierno que no acaba de dar resultados, forman parte de una administración que se ha quedado corta ante la alta expectativa que generó en los ciudadanos.
Aún más, para aspirar necesitarán tiempo, dinero y estructura; por lo tanto, se valdrán de su cargo público que les brinda precisamente exposición mediática, presupuesto y posibilidades de construir redes de apoyo.
Como funcionarios han sido grises, de resultados nada brillantes, algunos francamente hasta mediocres, ahora que estén enfocados en esta loca carrera por la gubernatura, escasamente podrán atender su responsabilidad pública.
Al destaparlos, el mandatario los ha puesto en el ojo del escrutinio público y del golpeteo político de propios y extraños.
Los aspirantes deberán ser capaces de lograr aterrizar, en la recta final del gobierno, los programas y acciones que hagan realidad la transformación del estado, tal como lo prometió Barbosa.
Y, al mismo tiempo, ir tejiendo sus proyectos personales con seriedad y responsabilidad, o serán sólo el hazmerreir de los verdaderos contendientes.
Personalmente, dudo que puedan lograrlo. @DiarioReporter