Por Jesús Ramos
Algo muy parecido a lo de la CDMX ocurre en Puebla. Allá Sheinbaum quiere a García Harfuch y AMLO a Clara Brugada. Acá la exjefa de gobierno prefiere a Alejandro y el Presidente a Nacho.
A ninguno de los dos les convienen los coleros de las encuestas en esta nueva circunstancia de catástrofe guerrerense, es decir, el resto de los siete que participan en la contienda interna de Morena para la candidatura a mandatario resultan inelegibles, no considerables.
Tecamachalco y Acatzingo son los mejores a criterio suyo y nuestro. Y de aquí al 10 de noviembre, si hubiese cambios en las preferencias difícilmente repuntará alguien distinto a ellos. Cierto, los demás podrían crecer, pero también los primos tienen dinámica ascendente.
Aunque falta calibrar a Otis en las encuestas de Morena y en la calificación de López Obrador, la probabilidad que termine por afectarles es alta, a reserva de corroborarse en días venideros, y si se confirma tendrán que enviar al 24 lo mejor de su repertorio por encima de las decisiones políticas.
En Puebla seguirían alejándose de la nominación aquellos y aquellas que sabemos están abajo en las encuestas y siempre lo han estado. Aquellos que con mentiras publicitarias, operación mediática y realidades distorsionadas pretendieron engañar a la gente a través de la percepción falsa.
Inocultable, eso es, Sheinbaum tiene especial predilección por Alejandro y López Obrador por Nacho. Ninguna pregunta cabe en este momento respecto a quién ganará. En dado caso sería asunto nuestro deducir al qué les conviene a ambos para triunfar.
Si no había dudas que ellos eran los mejores para Morena Puebla antes de Otis, ahora, menos tendría que dudarse que uno de los primos irá por la gubernatura en un escenario impredecible que se les podría complicar.
Una disyuntiva diferente a la del hombre y la mujer gira en la inteligencia del Presidente para los nueve estados a renovar gubernaturas mientras visualiza su tablero político, ahora, es con quiénes gano y con cuáles pierdo. @DiarioReporter