Por Carlos Clemente
La tranquilidad de la noche del sábado 18 de septiembre, fue abruptamente interrumpida por cinco detonaciones de arma de fuego que se escucharon en pleno corazón de Metepec, Atlixco; de su bicicleta caía al suelo una joven mujer, fue alcanzada por dos sicarios a bordo de una motocicleta quienes, sin mediar palabra, abrieron fuego. Iban por ella.
Tras la llegada de familiares, se supo que respondía al nombre de Karla Michelle y tenía 24 años. Por los testimonios recabados, agentes de investigación presumen que pudo tratarse de un ataque directo, una ejecución, que cortó de tajo la vida de una joven y conmocionó a los habitantes y turistas del lugar.
Hechos como este se han registrado cada vez con mayor frecuencia en aquel municipio, en los últimos años los atlixquenses han visto esta escena de manera recurrente.
Grupos de narcotraficantes se han disputado la plaza -por el consumo local en aumento y por la ubicación geográfica estratégica que tiene el municipio-, ajustan cuentas y saldan deudas, ante la tolerancia y complacencia de las autoridades municipales y estatales, dejando en la indefensión a los ciudadanos.
No es un secreto el incremento de la delincuencia. El narcomenudeo, la proliferación de pandillas y el robo en todas sus variantes, son la constante.
Los robos a casa habitación con violencia aumentaron, de enero a julio se registraron 54, contra 28 en el mismo periodo del año pasado, según cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE).
El robo de autos con violencia pasó de 34 en el año 2020 a 59 en 2021, durante el lapso de referencia.
Y qué decir del aumento en los delitos por narcomenudeo, de siete registrados de enero a junio del año 2020 pasó a 58 en el mismo periodo de este año.
Llama poderosamente la atención el incremento de delitos por violencia familiar, en la primera mitad del año 2020 se presentaron 91, contra 154 en el mismo lapso, pero del presente año.
Sin duda la delincuencia en sus diferentes modalidades involucra también a la sociedad, pero corresponde a la autoridad en sus diferentes niveles y esferas de competencia el diseño de políticas públicas que contrarresten ese fenómeno.
Por fortuna para los atlixquenses y los miles de turistas de fin de semana, Guillermo Velázquez ya se va. Le quedan escasos 23 días para entregar la silla, ésa que tanto cariño le agarró y que le llevó a sufrir tremenda derrota en las urnas al soñar que podría reelegirse.
Social y políticamente, algo no anda bien en aquel municipio, sin duda el aún alcalde saliente de origen panista y con profundas raíces morenovallistas lo sabe, por ello intenta dejar el terreno minado a Ariadna Ayala Camarillo, presidenta municipal electa. Menuda tarea hereda.
En su red social de Twitter, ofrece la frase “Juntos, los atlixquenses construimos un mejor futuro si trabajamos con solidaridad”. Vaya cinismo.
La pregunta es: ¿Genoveva Huerta y la bancada albiazul en el Congreso del Estado se atreverán a extender su manto protector cuando salten a la luz las irregularidades en sus cuentas públicas? Bueno, la diputada federal ya lo lleva de fórmula en busca de la dirigencia estatal. Qué pena.