Por: Jesús Ramos
Tiene razón Ignacio Mier Velazco al exigir personalidad y carácter autónomo a Gilberto Higuera Bernal en el caso Tecamachalco. Tanta cercanía del Fiscal con Luis Miguel Barbosa, por supuesto que genera desconfianza en la versión oficial de los tres ministeriales caídos y bastantes dudas en la veracidad de las prematuras conclusiones.
Fue ejecución no confusión, replica y repite la gente del mandatario. Tanta ligereza asusta. Imaginar caer en sus bocas y plumas pone la piel de gallina al más valiente.
Qué confianza y calidad moral puede transmitir un par de servidores públicos que utiliza la ceremonia luctuosa de los tres difuntos para enderezar ataques a sus adversarios políticos con sentencias lapidarias que sólo corresponderían a un juez. Cero. Ninguna.
Si Tecamachalco no fuera pieza del tablero de la sucesión gubernamental, podría pensarse que el mandatario y el Fiscal mantienen separada la justicia de la política, pero como no es así, es mejor guardarse ciertas reservas de lo que digan y hagan a ese respecto.
La operación mediática desplegada desde La Marranera, centrando en plano preferencial a Ignacio padre, despierta sospechas que detrás de esta desgracia existen intereses oportunistas y mezquinos. Tantas primeras planas y todas las voces oficiales de la prensa, en el mismo sentido y con la misma narrativa, resultan demasiado coincidentes para ser sinceras y atinadas.
Y en medio de todo ese vendaval de ataques frenéticos y escandalosos, una ciudad con sus habitantes clamando paz y tranquilidad, sin culpa alguna del pleito que se traen el gobernador y el diputado por un 2024 distante e incierto.
Un auto rojo sospechoso, un Santizo malévolo cucarachón, un Barbosa encaprichado por el Tecamachalco que perdió en las urnas y un Ignacio Mier decidido a enfrentarlo, son el caldo de cultivo perfecto para no fiarse del resultado de esta investigación.
Nuestro gobernador ha pecado de ligero en declaraciones judiciales, muchas veces, tantas, que si todas fueran ciertas ahora mismo estarían en la cárcel Aguilar Chedraui, Estefan Chidiac, Pacheco Pulido, Raciel López, Rodríguez Regordosa y un titipuchal de morenovallistas a los que les ha imputado culpas amplias y variadas.
La cantaleta fastidia. Tenemos todo. Una investigación muy completa, hasta el último detalle. Fue un sinvergüenza, un ladrón. Ellos podrán decir lo que quieran, pero los detalles ya los conocemos. Es un corrupto, un corrupto, repito ¡un corrupto! Y luego la Comisión Nacional de los Derechos Humanos exigiéndole disculpas al mandatario y la reparación del daño a ese Aguilar Chedraui que muere a carcajadas.
Una administración nachista eficaz no abona a los fines de Barbosa. Le viene mejor un ayuntamiento fallido. Uno, rebasado por el crimen, sin resultados, que destroce la reputación del que quiere sucederlo, con el costo social que implique una ciudad devorada por el caos…y el crimen.
Nacho padre, certero en exigir una investigación auténtica, sin matices políticos. Nacho chico, terrible de reflejos, errado en sus declaraciones, rebasado de criterio, conduciendo una ciudad a la que de poco sirve un alcalde tan pequeño con problemas tan grandes. Y encima, un gobernante malicioso empeñado en destruir a su padre. @DiarioReporter