Por: Jesús Ramos
Urge a Eduardo Rivera Pérez desmarcarse del gobernador este mismo año, de no lograrlo, en el 2023 y 2024 será imposible. Y en esa tarea deben apresurar esfuerzos simpatizantes suyos, apostadores de su proyecto, asesores ya contratados y periodistas afines al alcalde.
Una enojada con Barbosa bien mediatizada no estaría de más. Poner mucho hielo, bastante frío a la relación gobierno-municipio le vendría de perlas. Insistir en notas y columnas que no es su candidato sería formidable.
La estrategia tendría que ser de un distanciamiento político cañón y creíble para que poco a poco nos convenza que no son lo mismo, que Eduardo Rivera no representa la continuidad del mandatario después del 24.
Menos eventos juntos, menos fotografías acaramelados podría ser la solución. Sin embargo, lo sería a medias si la sumisión del alcalde al mandatario continúa siendo la misma que hemos atestiguado.
Una cosa es la coordinación estado-municipio y otra muy distinta, acceder a los caprichos de un mandatario, como el de desmantelar la ciclopista Hermanos Serdán, obra emblemática de Moreno Valle, pero también de la gestión estatal panista que en su momento situó a Puebla tres rayas arriba de lo nacional.
Con la operación electoral del estado a favor de Lalo Rivera el 6 de junio, documentada en su momento por Reporter, se mintió al Presidente, se robó a la democracia y se traicionó a Morena.
Olvidar lo que ocurrió en la elección del verano pasado, ignorar la fuerza del gobierno para hacer ganar a Lalo y aplastar a Claudia Rivera, y borrar de la memoria del poblano que el mandatario propinó un albazo a favor del PAN, reconociendo el triunfo de Rivera Pérez antes que la autoridad electoral, no será nada fácil.
Seguramente tendrá ya el equipo del alcalde variadas ideas para lograrlo, pero lo importante es que sea este mismo año, porque de no conseguirlo la percepción de que es el candidato del gobernador echará raíces profundas, tan profundas como imposibles de erradicar en la recta final de la sucesión.
En esa dinámica de desmarque político, gobernador-alcalde, con propósito futurista ayuda una columna, un cabezal, una nota informativa, una negación declarada, un relato anclado a la coordinación institucional, cien entrevistas rechazando la especie.
Está de más decir que la carretada de negativos y mala fama de un gobernante sin resultados satisfactorios, como es el caso, son transferibles a aquel que elija como su sucesor sin importar que este sea de su partido… o de otro. @DiarioReporter